El arte de la comunicación es esencial y básica entre las personas.Un emisor transmite una información a un receptor. Pero no todos saben: o no dejan claro cuál es su mensaje o el otro no sabe escuchar (tarea no fácil aunque haya veces que es mejor escuchar que hablar). Podemos expresar lo que queremos, lo que necesitamos, lo que anhelamos, lo que nos fastidia o nos da vida mediante las palabras; mensajeras de todo lo que llevamos dentro de nosotros. También lo podemos hacer mediante una mirada, una caricia, un abrazo o con un silencio..¡no hay que olvidar que hay silencios que contienen más mensajes que un centenar de palabras!
Ahora bien: ¿lo que vale es lo que se dice o lo que se hace? Más bien creo que es necesario una cosa con la otra; es decir,las palabras que decimos vayan respaldadas con actos; la coherencia de actuar a raíz de lo que creemos y pensamos;sin engaños y sin doble cara.
Cuando te preguntan qué tiene más valor si los hechos o las promesas siempre contestamos que los actos; que las palabras se las lleva el viento...en cambio, la acción es eterna. En esta respuesta estamos quitando valor a las palabras, a los deseos, a lo que se promete y se quiere cumplir, a ese "te necesito","te adoro"o"te entregaré estrellas cada noche".
En esa respuesta se intuye las decepciones o las promesas no cumplidas, los que no creen en lo que se dice sino en lo que se hace y no deja de ser triste. Soy de las que creen en ellas ( a veces creo que demasiado) pero no sólo es la fe sino es la confianza que le das a esa persona y a lo que te dice; sea bueno o malo.
Pero cada palabra tiene que tener su acto; su hazaña; su presencia en el tiempo. No vale decir que me gusta la música si nunca la escucho. No podrás creer a alguien que te diga que se conforma con poco cuando solo pide más con el paso del tiempo.
Lo que decimos es lo que vale y debe ser acorde a los valores que protegemos y son la base de nuestra vida. Nuestras acciones serán en función de lo que deseamos o queremos y las palabras que dictamos serán reales y no falsas secuencias de escenario.
Todo tiene un inicio y éste se encuentra en nosotros: qué siento, qué quiero, qué pienso, qué no deseo o qué detesto. Y lo diremos; nuestro mensaje será difundido para que lo escuchen y sepan qué somos y qué queremos. Debemos creer en ellas. No por mentiras o falsas esperanzas dejaremos de pensar que es real esa bella palabra, esa ayuda o esa dulce escucha. Y puede parecer que nunca hubo mentiras en lo que llevo de camino, que no hubo frases sin esos actos necesarios, que todo lo que se dijo se cumplió o era cierto. No es así. Unos comentan que es ingenuidad, otros demasiada confianza y yo sólo contesto: creo en las personas.
Tenemos la clave de nuestro destino en nosotros mismos; en nuestros actos y pensamientos. No tenemos que olvidar que las palabras son el vehículo de lo qué queremos transmitir, de lo que llevamos en nuestra esencia, Ahí está su poder: tienen la llave de la puerta a la comunicación, al intercambio de opiniones, al descubrimiento de sentimientos...y no hay que dejar de creer en ellas. Eso sí; con el paso del tiempo te das cuenta que por si solas pierden valor; actúa segun como piensas, cree y di la verdad acorde a ese sentir.